Volver al recinto de uno de los lugares en donde disfrutamos de platos de excelencia, no ha sido fácil. Era una cocina en donde la elaboración de productos de gran calidad se transformaban en platos de alta cocina que llenaron nuestros sentidos.
Del antiguo restaurante con platos de elaboración francesa, que escaló hasta estar entre los mejores de Sudamérica, poco cambió. Quedó hasta la misma disposición del lugar. Mesas, sillas, mantelería, vajilla y cristalería de primera. Con muy buen criterio los espacios entre mesa y mesa son importantes, nadie contesta por uno la requisitoria de nuestro acompañante.
Quizás, nos engañamos mentalmente al ver en las puertas la impresión “Alvear Grill” en creer que por ello se destaca la parrilla a la vista. Una vez que uno ingresa al Salón, la vemos enmarcada por vidrios Blindex que no permiten el paso de la temperatura, mucho menos de olores ni humo. Pero es real que se destaca, impone su presencia, pulcritud y orden.
Existe una dicotomía para lo que es habitual en estos lugares, que sólo podría sostenerse en este caso, como pasa con las obras de arte, en el salón del Alvear Grill se mantienen los inmaculados pisos de mármol blanco.
Y los mozos, los mismos. El servicio, otra vez, impecable. Ni recargado o molesto ni distendido o pseudo moderno. En el momento apropiado aparecen, y también desaparecen.
Es uno de los pocos lugares donde al pedir el punto de cocción de la carne, se cumple. Tarea para nada sencilla, más cuando la cantidad de comensales es alta.
Cuando recalamos en el menú probamos el pulpo al quebracho, particular estilo y sabor en una carne complicada per se, de la que desistimos en elaborar de manera casera por su dificultad. El ahumado no tapa las virtudes del pulpo, y otorga un plus a la suavidad que agrega complejidad.
Uno de los platos para tener en cuenta, de los cuales no se podrá permitir no conocer, es el pato. Textura y terneza encomiables. Punto exacto también para tan magra carne.
Conocimos el corte “hokipa”, con sensación táctil y sabor que nos recuerda a algún músculo de las patas del vacuno.
Y para no perder, el ojo de bife con hueso. Mayor sabor para uno de los cortes más sabrosos del mapa de la carne argentina. Eso sí, con puré de papas trufado, el resultado de la ecuación es la gloria.
Variedad de postres para golosos, y dentro de ellos el tradicional postre Balcarce, y una inigualable confitura de membrillo con helado de queso.
Carta de vinos sustanciosa, acorde a restaurante con mucha visita turística internacional, donde vinos de altísima calidad de Argentina son moneda corriente.
Señores, sólo cambió el menú. La excelencia es la misma.
Dirección: Ayacucho 2023 CABA
Horario: Martes a Sábado de 19,30 hs. a 0,00 hs.