Cuando alguien realiza alguna actividad y se prepara, estudia, es inquieto y le agrega pasión, quiere decir que realmente hace lo que le gusta. Y si es así, a largo plazo debe ser un éxito.
Eso me pasó cuando empecé a investigar sobre vinos con los libros de Emile Peynaud, y de algunos Master of Wines como Jancis Robinson, y cuando empecé a coleccionarlos en 1987 de etiquetas argentinas.
Ya en 1998 elegí realizar la comunicación, todavía de manera part time.
Realicé muchos cursos sobre apreciación sensorial e intenté especializarme, Trabajé para que las bodegas pudieran concretar su tan ansiado ingreso en la difícil Buenos Aires haciendo presentaciones en el Club del Vino. Luego formé parte de la creación de la Unión Argentina de Catadores, que reunió en sus mesas a muchos enólogos, propietarios de bodegas de la época y periodistas especializados para que pudieran dar a conocer a los consumidores qué significaba el incipiente mundo del vino.
A partir del año 2002, de lleno en la actividad, dirigí la logística, el panel y los criterios de cata de la primera guía de vinos del Gato Dumas en 2003,
fui el mentor de la creación de un Instituto de Vinos, aquí en Buenos Aires, el que dirigí en 2004 (hoy desaparecido), impartí clases en escuelas de gastronomía, siempre de enología, durante esos años hasta el año 2011.
Y mientras tanto, formé parte del reluciente arco de la comunicación del mundo del vino. En lo radial, desde el 2004 en un programa de interés general dirigido por Néstor Sclauzero, quien me enseñó cómo hacer mi columna más atractiva y manejarme en ese mundo. En televisión, con el mismo conductor, también por muchos años. En la gráfica, desde los albores de RSVP casi hasta su extinción, para luego pasar por muchos medios, donde siempre escribí sobre todo lo relacionado con vinos en Argentina.
Formé parte del panel durante algunas ediciones de la única Guía de vinos que hoy subsiste, Austral Spectator, de Diego Bigongiari, la que recuerdo con gran cariño por las enseñanzas que me dejaron aquellas cerradas discusiones post cata y aventuradas postulantes.
Me enorgullece haber formado parte de Concursos Internacionales de vinos, no solo por el reconocimiento personal sino por haber podido relacionarme con grandes actores del mundo del vino para continuar mi aprendizaje.
Pasaron ante mí muchos vinos en estos últimos 30 años. Siempre busqué hacerlo con criterio profesional, donde lo importante fue lograr entenderlos y abstraerme de las modas o criterios de marketing o de prensa tan utilizados desde hace diez años a esta parte que resultan muchas veces nefastas o contrarias al fin deseado.
Intentaré hacer de la comunicación del vino o de bodegas una actividad profesional, despojado de solapados y encubiertos fines comerciales.