BODEGAS CARO, una asociación de lujo

Desde 1999 la combinación de dos mundos ha sido realidad,

Nuevo y Viejo Mundo, dos familias, Domaines Barons de Rothschild Lafite y Catena. Si se quiere, Francia y Argentina unidas por un vino.

Y cada uno de ellos con su expertise, uno con el Cabernet Sauvignon (y en blends, claro) y otro con el Malbec. Uno por la elegancia, el otro por la opulencia.

El nombre, inconfundible, surge de las primeras dos letras de cada uno de los apellidos, CARO (CA: Catena, RO: Rothschild)

La primera cosecha, año 2000, se elaboró en Bodega Catena y desde el año 2003 con bodega propia en Godoy Cruz, Mendoza, en un edificio centenario puesto en valor, con una peculiar belleza como se puede observar en las fotos aquí publicadas.

Bodegas CARO está dirigida por Philippe Rolet, con vasta experiencia en el mercado vitivinícola argentino, y técnicamente a cargo de Pablo Serrano con el apoyo de Olivier Tregoat (Director Técnico en diferentes bodegas francesas de gran envergadura: L’Évangile, Rieussec, Paradis Casseuil, Domaine De Long Dai)

Sus viñedos, ubicados en distintas zonas de Mendoza, actúan de la mejor manera para que el equipo técnico “muñequée” con las características de cada una de ellas, poder elaborar blends de calidad superlativa de zonas y variedades (Malbec y Cabernet Sauvignon):

El Peral, Gualtallary en Tupungato, San Pablo en Tunuyán y Altamira en San Carlos, todos en el Valle de Uco. A ellos se suman Las Compuertas y Agrelo en Luján de Cuyo. Todos en Mendoza.

Pude probar los vinos en el mercado:

Aruma Malbec 2021: con muy buena calidad de fruta, donde sobresale la ciruela posee leve nota floral. Es fino, con taninos aunque aún con cierta astringencia, está para vivir durante largos años. Es un vino potente, con larga persistencia y fineza, sin dudas.

Petit Caro 2021: elaborado con uvas de San Pablo, en Tunuyán. Posee buena complejidad, con fruta visible y crianza que acompaña. Es más fresco que anteriores que recuerdo. De buena elegancia y larga persistencia.

Caro 2018: uvas de Gualtallary, Tupungato. En la boca aparece “gordito”, con taninos astringentes, muy finos, por redondear. Complejo, donde la conjunción madera-fruta está en muy buen grado de integración. Largo, intenso, muy complejo. Repite cada vez que pruebo esta etiqueta, es un vino por capas. Impactante.

Más muchos que vendrán al mercado, aún en barricas, foudres o tanques.

La visita, para conocer la bodega y sus vinos de la mano de Pablo Serrano ha sido gratificante, una bodega puesta en valor, recuperada para la historia de nuestra vitivinicultura con el mejor buen gusto, donde todo es calidad y excelencia. Se percibe una atmósfera inmaculada.

Sus vinos están entre los mejores. Un lujo