DESAYUNO COVIAR 2020 ¿Y EL DIAGNÓSTICO?

La clásica reunión anual de la Corporación Vitivinícola Argentina se llevó a cabo con la asunción de las nuevas autoridades y con las expectativas puestas en el detalle de lo actuado más su complicado devenir.

 

 

Como todos los años en la primera fila, el Sábado 7 de Marzo, los ex gobernadores de la provincia de Mendoza José Octavio Bordón (1987-1991), Rodolfo Gabrielli (1991-1995), Arturo Lafalla (1995-1999), Roberto Iglesias (1999-2003), Julio Cobos (2003-2007), Celso Jaque (2007-2011) y Alfredo Cornejo (2015-2019), dijeron presente.

Tal actitud abraza con jerarquía este acontecimiento.

 

En esta oportunidad contó con la presencia de los Gobernadores de Mendoza, Rodolfo Suarez y de Jujuy, Gerardo Morales.

Desde el Gobierno Nacional llegaron el Ministro del Interior Eduardo de Pedro, el Ministro de Desarrollo Social Daniel Arroyo y el Secretario de Bebidas y Alimentos, el sanjuanino Marcelo Alós, quien estuviera en representación del Ministro de Agricultura, ausencia poco frecuente en los últimos diez años.

 

No estuvo presente, por primera vez, ningún representante de la Cámara más importante de la vitivinicultura, Bodegas de Argentina.

 

Abrió el acto el presidente saliente, Angel Leotta, donde básicamente se ciñó a hacer un racconto de su gestión.

De más no está decir, que salvo algunas pocas excepciones en los discursos de los últimos años, no se expresan metas con formas para lograrlas, sólo expresiones de deseos y pedidos al poder central o provincial.

 

Más ruido aún hace que desde COVIAR no se exprese un mea culpa, los errores de los últimos años no se deben volver a cometer. Quienes actúan desde la Corporación son históricos en la industria, con trayectorias de décadas y que conocen fehacientemente lo ocurrido.

A este año se le sumó la crisis interna de la que damos cuenta en nota aparte, “Alguien pateó el tablero”.

 

El discurso del nuevo presidente de COVIAR, José Alberto Zuccardi, tiene algunos aspectos que me gustaría desmenuzar.

Tres puntos centrales fueron su eje: mercado externo, mercado interno y las reyertas dentro de la Corporación.

En lo que respecta al mercado externo hace un diagnóstico erróneo. Hablar de “amesetamiento” en las exportaciones argentinas, no es lo mismo que decir que fueron bajas de nuestros envíos, en hectolitros y en dólares.

No es una cuestión semántica, es estadística.

Especifica que cayeron a partir del año 2011 por el atraso cambiario. Entiendo que es un error no visualizar que esa es la consecuencia. El mayor inconveniente fue la inflación, palabra que no se pudo utilizar durante largos años y que nos privó de competitividad. Y si diera a entender otro motivo, fue la restricción cambiaria.

Para fin de año, cuando consultamos a Alberto Arizu (h) Presidente de Wines of Argentina sobre su visión estratégica de la industria por lo actuado por el gobierno anterior, comenzó su explicación con un retroceso en la historia para entender mejor el momento que se vive.

“El envión de las ventas con crecimiento exponencial duró hasta 2012, donde la restricción a la libre operación de divisas terminó complicando las transacciones internacionales. Eso generó que entre el 2012 y 2015 perdiéramos esa onda expansiva”

 

Los inconvenientes surgidos a partir de las decisiones de la ex Presidente Fernandez en su segundo mandato, alteraron el orden económico y afectó en gran medida las exportaciones de vinos y sus derivados. Basta recordar los aumentos en los aranceles de importación en insumos para la elaboración de vinos, de barricas, la imposibilidad o cuotificación para el ingreso de importaciones, exclusión del Sistema de Preferencias por parte de muestro primer comprador EEUU, la Resolución 142/2012 del Ministerio de Economía (modificación de plazos para ingreso de divisas por exportaciones), devaluación nominal del peso argentino en Enero 2014, sumados a problemas fitosanitarios a los que no se les dio la importancia necesaria hasta entrado el 2016, entre otros motivos.

 

Resumirlo en una de las consecuencias no es hacer un buen diagnóstico. Con lo cual, al  enfrentar la enfermedad seguramente equivocaremos los remedios.

 

Asimismo, Alberto Arizu (h) alude también a las diferencias con el cambio de gobierno y a cuales deberían ser las medidas a implementar para llegar mejor posicionados y aumentar los negocios. “A partir del 2015 también cambió el mundo, donde el crecimiento económico mundial aminoró y eso impactó indefectiblemente en el consumo del vino, que está directamente relacionado. Y desde el 2015 hasta ahora está peor”.

“A partir de ese año la mirada argentina es diferente respecto a las exportaciones, donde se intenta recuperar el tiempo perdido, pero en un contexto distinto. Volver a ocupar la góndola perdida no es fácil, lleva tiempo y es caro. Pero además EEUU no es el mismo, no es más el motor de crecimiento que nos pedía todo, y nos hacía crecer un 20% por año. Aminoró su marcha.

Ahora hay que revitalizar nuestra imagen, la “atractibilidad” en el mundo, después de estar instalados en él. Que lo estamos”.

Vuelvo al discurso del Presidente de COVIAR para desgranar el mercado interno, donde toma relevancia el momento en el que habla de la caída de los precios de uva y vino por las altas tasas de interés. Otra vez, minimizar a un solo inconveniente no es ver la realidad. Aquí, se conjugan varios problemas. La altísima tasa de interés para la financiación de cosecha y acarreo es un problema enorme, pero no el único. La falta de trabajos en los viñedos que no permite lograr uvas de mayor calidad o rendimientos, la poca reconversión ni la integración de los productores, ¿la posible unión de las principales empresas para acordar un precio uniforme de la uva de manera generalizada? ¿cartelización?. De nuevo la inflación creciente a puntos exacerbados, sobrestock vínico, son sólo algunos de los graves problemas para la caída de los precios.

 

Aun hay productores que se quejan de no  haber comenzado a cobrar la cosecha 2019, ni les dijeron a qué precio lo harían ni en cuanto tiempo. Esa misma cosecha donde el Gobernador solicitó en una reunión de urgencia en su despacho que compraran la misma cantidad de uva que el año anterior.

 

Nuevamente, imaginar que por sólo un motivo el precio de la uva cae, es minimizar el problema. Y de nuevo, el remedio será el incorrecto.

 

Las menores cosechas de los últimos 60 años, la 2016 y 2017 fueron producto del clima y por qué no un porcentaje de la lobesia botrana (polilla de la vid), tan poco y mal combatida durante algunos años.

Por esos motivos no se perdieron consumidores, o al menos, no solo por ellos.

Recuerdo que dos bodegas grandes importaron vino del país trasandino, y hasta se discutió cuánto daño le hacía a la industria argentina. El único motivo que los guió a hacerlo fue no perder consumidores de la base de la pirámide, dicho sea de paso, esas importaciones fueron tan sólo el 6% del total elaborado.

 

Llamó la atención que se le diera entidad a la convergencia a la baja en el consumo de vinos a un rango de 20/25 litros per cápita/año en los países centrales. Italia y Francia, dos países centrales, consumen mucho más, entre 43 y 51 litros al año 2016 (últimas cifras según OIV)

Inimaginable esa baja en el corto plazo.

 

En otro momento de su alocución, el nuevo Presidente de COVIAR manifiesta que “La situación de los productores es desesperante, especialmente aquellos no integrados” Sus dichos son una realidad, y que ojalá sea el primer mea culpa, pues recordemos la puesta en marcha de la COVIAR en el año 2005.

 

Como así también costó entender el pedido y saber de qué manera se podrá conseguir financiamiento para la política de stocks, cuando muchos de esos vinos nadie quiere comprar ni consumir.

 

Punto para estudiar, y de acuerdo a la Corporación, los motivos por los cuales durante el 2019 hubo un aumento en el consumo de vinos, que bienvenido sea, fueron por acciones variadas, tales como: La Fiesta de la Cosecha; publicidad Las voces del Vino; Concierto del Día del Vino Bebida Nacional; Obra de teatro La vid es bella; La revolución de las latas, atributos de ¡”refrescancia”!, con la foto de una lata de vino de la bodega del actual presidente de COVIAR; Me lo llevo a casa; más otras acciones.

Todo esto parece al menos exagerado, pretender que por tal motivo se “revitalizó e impulsó” el consumo en el mercado interno.

 

Como dato de color, parecía de película ver bajar de combis a productores de diferentes zonas del país, hizo recordar actos políticos en Buenos Aires.

Los productores, a pesar de vivir momentos más acuciantes, no reeditaron el episodio que involucró al Ministro Casamiquela unos años atrás.

 

Según los propios dichos de J. A. Zuccardi, respecto al PEVI 2030, el papel está en blanco.

Estamos en los últimos nueve meses del Plan y sin miras de preparar en conjunto el nuevo.

 

Desde lo discursivo “está abierto a todo tipo de críticas”, pero “se consideran ataques arteros y que promueven la concentración y el traslado de las decisiones fuera de las zonas de producción” cuando una Cámara levanta la voz.

Y este, creo, no es el momento de juzgar si se levantó la voz. Hay que coexistir e interactuar.

Hay problemas extra industria en este momento que se vive, es cierto. Pero muchos también dentro, que hasta que no se expresen con claridad (mea culpa) no habrá posibilidad de “curarlos”.

 

Son varias las diferencias internas, que salieron a la luz, que se deberán zanjar para poder diagramar y consensuar el nuevo PEVI. Para el que se necesitará de personas probas, humildes y sin apetencias políticas, como parecen estar teñidas algunas declaraciones y hechos de la industria.

Que la presencia de los ex gobernadores no quede como algo simbólico e intente teñirse de partidismo la fuerza de la Corporación.