Funcionarios nacionales enviados a Mendoza, en conferencia de prensa, respondieron no tener precisiones sobre medidas a tomar en función de la competitividad de la industria vitivinícola.
Quizás, quizás, quizás…
Volvimos una vez más a Mendoza para los actos políticos de la industria vitivinícola, que como todos los años, genera expectativas por el tenor de los discursos y los posibles anuncios que provendrán de los representantes del Poder Ejecutivo Nacional.
Tanto en el Desayuno de COVIAR como en el almuerzo de Bodegas de Argentina, los principales empresarios y funcionarios públicos (nacionales y provinciales) se dan cita para resumir las acciones desarrolladas durante el año inmediato anterior y el estado de la actividad.
Momentos de dificultad son los que atraviesa la industria, por lo que se esperaban anuncios de ayuda que interpreten esas necesidades.
En el Desayuno que la Corporación Vitivinícola organiza en el Hotel Hyatt surge un dato de color que trasciende, no solo por imagen, sino por su importancia política. Es uno de los pocos eventos en el país (quizás el único) que presenta en su primera fila a ex mandatarios (en este caso de Mendoza), lo que demuestra que al menos todo el arco político, sin importancia del color partidario, puede sentarse y escuchar el accionar de su actividad emblema.
Llama la atención, no es habitual que ocurra, es valorable que así sea y demuestra altura política y grandeza para un país que aún transcurre en la eterna transición de la vuelta a la democracia.
En esta oportunidad asistieron el actual Embajador en Chile, José Octavio Bordón (1987-1991), Rodolfo Gabrielli (1991-1995), Arturo Lafalla (1995-1999), Roberto Iglesias (1999-2003), Julio Cobos (2003-2007) y Celso Jaque (2007-2011).
Más gobernadores de 4 provincias que estuvieron en el estrado: Mendoza, San Juan, Salta y Jujuy, que por primera vez participó como provincia productora.
En un clima distendido, de confraternidad, muy diferente a épocas no muy lejanas, el café y las medialunas fueron buena compañía para iniciar la conversación con los actores involucrados. Allí pudimos cruzarnos e intercambiar palabras con el Presidente de CONINAGRO, Carlos Iannizzotto, el Presidente de Bodegas de Argentina, Walter Bressia, con el bodeguero Juan Carlos Ubriaco, con la VIcepresidente de COVIAR, Hilda Wilheim, con el Director por Mendoza en YPF, Gabriel Fidel, el Presidente de WofA, Alberto Arizu (h), y muchos, más que se dieron cita para escuchar a los Ministros Nacionales Marcos Peña, Miguel Etchevehere y Francisco Cabrera.
Estos son los terceros actos políticos de este gobierno (2016, 2017 y 2018), al que aún no asistió el Presidente de la Nación, y que de acuerdo a medidas tomadas durante su mandato, y las reuniones mantenidas con él presente, quedó en claro su apoyo a la Industria.
Aunque el déficit presupuestario dilate ciertas decisiones, por cierto muy útiles y vitales para poder volver a la etapa de crecimiento.
Se renuevan los corrillos de cuales anuncios provendrán de las autoridades nacionales, pues este es el momento, no solo por transcurrir la cosecha sino porque es un momento de inflexión.
Más aún con la receptividad que tienen hoy los reclamos. Por lo menos se escucha y debate.
Con que poco nos conformamos después de haber vivido años cuasi dictatoriales.
Hay que recordar que las penurias de la vitivinicultura no son solo por errores de políticas, sino que también porque pocos de nuestros empresarios alzaron la voz. Ni se hicieron los deberes encomendados por la naturaleza empujados por esas graves faltas empresariales.
Hoy los errores se pagarán con años de trabajo.
Dada la última cosecha en Europa y la poca posibilidad que tienen de hacer políticas agresivas (léase dumping), suena imperioso conseguir que nuestros vinos sean más competitivos en el mundo para recuperar el espacio perdido, y mayor rentabilidad para que los productores en el mercado interno, puedan volver a producir ante exagerados aumentos de costos durante los últimos ocho años (Inflación, comercialización, transporte, etc.).
Desde todos los ángulos posibles, insertar nuevamente a aquellos que han abandonado sus campos por años de malos precios o porque no existieron planes de reconversión vitícola.
Quizás se avecinan cambios en las estructuras empresariales, la concentración ya es una realidad entre los productores, donde no solo el precio y el clima incidieron sino que también la lobesia fue uno de los factores determinantes, que recién desde el año pasado se le dio la importancia requerida.
Los pequeños son los que más sufrieron.
Inútil ya que sigamos protestando acerca de lo que nos pasó. Debemos centrarnos en salir hacia adelante. Veamos cuales son las posibilidades que nos ofrece el mundo para nuestros productos, y cuanto valor agregado podremos incluir.
En resumen, producir mejor, crear o re-destinar fondos desde lo privado para continuar con el plan de ampliación que comenzara con la reconversión hace más de 20 años. Y desde lo público generar un puente para salir de esta maraña de falta de competitividad y ausencia de rentabilidad.
Intentar firmar convenios de libre comercio con regiones y países que nos permita ingresar sin pagar aranceles que nos desacomoden los precios respecto de nuestra competencia y así destinar todas y cada una de las producciones de nuestras economías regionales, y en especial aquella que nos ocupa, que hasta 2010 supo generar empleos genuinos y crecer sin necesidad de ayudas estatales; planes crediticios a baja tasa para reconversión de viñedos en mal estado, poco rentables; planes para combatir lobesia botrana; solución a la prostituída comercialización, desmedida; aumento de reintegros para sumar competitividad a las exportaciones en un plan similar a la exención de los espumantes; quita de aranceles para insumos indispensables para viñedos y herramientas de capital; lograr una ley para con incentivos impositivos para aquellos que endulcen las bebidas analcohólicas con jugos naturales en lugar de azúcar o jarabe de maíz de alta fructosa (aún más dañino para la salud). Todos estos son solo algunos, creemos los más importantes, pasos a seguir desde donde el Estado puede ayudar de una u otra forma a la industria.
Pero hubo cierta inquietud al finalizar el acto. No se escuchó ninguna propuesta. Fue un largo “racconto” de lo actuado o una rendición de cuentas del 2017 como bien dijo el Gobernador de Mendoza, con acciones más que productivas, es cierto.
Sólo basta como ejemplo el combate de la lobesia con ayuda del Gobierno Nacional (primera vez que lo hace en esa magnitud y compromiso).
Los slogans pronunciados por el dueño de casa en el Desayuno no hacen más que olvidemos cual es la línea a seguir. Hace falta visión comercial del mundo y encontrar en el mercado interno el piso, lo más alto y lo antes posible.
Pero para ello exponiendo el lema “somos la bebida nacional” o “sin demanda no existimos” o “el vino expresa lo que requiere gran parte de la producción argentina: productos locales de calidad global”, “el vino cristaliza federalismo” “despierta orgullo” y aplausos. Propuestas se necesitan para explicar por qué y para qué es la bebida nacional, de qué manera generamos demanda para competir con las bebidas alternativas al vino, productos locales que tienen calidad global pero a precios estratosféricos que nadie elige.
Desde ese púlpito, también solicitó a todos los legisladores de las provincias vitivinícolas algo que preguntamos antes del inicio, lograr certidumbre con la creación de una ley que exima al pago del impuesto interno para los espumantes.
Hace más de cinco años que se intenta eximirlos por ley de ese impuesto y no se puede. Se necesita un firme apoyo del Gobierno nacional para con los legisladores oficialistas para lograrlo.
Como se verá en nota aparte, al Ministro Kerchner no le agradó nuestra pregunta al respecto, y estuvo más adepto al Gobierno Nacional. Nos dio la sensación como si él formara parte de quienes deben solucionar el balance del presupuesto nacional.
Mientras tanto, Bodegas de Argentina (Cámara empresaria que nuclea a los más importantes bodegueros del país) organizó el almuerzo tradicional en Bodega Los Toneles, que va en camino de transformarse en la sede de dicho acto pues es la tercera vez consecutiva mas una intercalada en el tiempo, que se logra en el mismo espacio. Allí tampoco se escuchó ningún anuncio firme para el nuevo año.
Los discursos del dueño de casa, Walter Bressia, Presidente de la cámara, del Gobernador de Mendoza y del Ministro de Agroindustria de la Nación fueron un poco más de lo mismo, aunque este último fue más parecido al de un director técnico imprimiendo confianza y fuerza a sus dirigidos.
Reunión casi mas de confraternidad y festejo por un nuevo año de actividad, que para escuchar anuncios, a pesar que en los momentos de los discursos falta el respeto por quien los pronuncia y quien quiere escuchar.
Ojalá el próximo año tenga un centro diferente al sesgo que los últimos años tuvo este acontecimiento tradicional.
Creemos que es importante barajar y dar de nuevo. No olvidar qué nos pasó en los últimos años, para no repetirlo.
Encarar diferente, sin protestas ni pedidos alocados. Alguien debe trabajar fuera de la coyuntura.
Necesitamos un grupo de “encumbrados especialistas y notorios profesionales”, los mejores, sin egos, que miren el futuro de la industria.
La situación mundial del 2018 para la vitivinicultura no es la misma que cuando se creó el PEVI 2020 (que nunca se modificó).
Ellos deberán abstraerse del día a día, para eso están quienes trabajan desde cada una de sus empresas.
Ese grupo será el que genere ideas, con plazos, metas y transformaciones, para los próximos 50 años.
Sonará reiterativo, las generaciones de iluminados del siglo XIX no se repitieron.
Es hora de plantear una salida. Comenzar nuevamente. Deberemos elegirlos y
poner manos a la obra. A trabajar.
Necesitamos refundar la industria vitivinícola de Argentina.