Escrito por José Luis Belluscio el Miércoles, junio 29, 2011 Publicado en Fondo de Olla
Se comienza a hablar del Torrontés, en Argentina y en el extranjero. Dar a conocer los vinos de nuestra cepa blanca insignia es hoy nuestra tarea. Cuáles disfrutar
Concebir un hijo es, cuanto menos, apasionante, divertido, abre nuestras neuronas, endorfinas a pleno y sobre todo nos causa gran placer. Pero planificarlo no es tarea cotidiana. Todos los mortales que soñamos alguna vez con tenerlos, de una u otra manera lo hicimos. Los que de forma concienzuda lo confeccionan arman un largo listado con preferencias y muchas ilusiones. Obstetra, neonatólogo y pediatra, sanatorio, y preparación de su lugar en la casa serán sólo parte de ella. ¡Y algunos hasta imaginan la fecha de nacimiento! Y el nombre, tema central de esta nota, no solamente la concepción.
Poco pudimos planificar en nuestro país para tener un cepaje propio. Por las desordenadas oleadas inmigratorias, muchos de ellos con plantitas de vides para cultivar a imagen y semejanza de sus pagos, y así, por la cantidad, el desdén y caos en los archivos, desorden en los viñedos, y confusión con los nombres de esas plantas. Tardamos tanto tiempo en descubrir, sinónimos mal asignados mediante, la identidad de los cepajes implantados. Tal conjunción hizo un lindo y apetitoso berenjenal.
Para entender un poco más y situarnos en el tiempo, debo explicar que durante la segunda mitad del siglo XIX, Domingo Faustino Sarmiento contrató Ingenieros Agrónomos y Enólogos franceses para trabajar y dar auge en la elaboración de vinos con variedades de uvas finas. Sarmiento fue uno de los grandes hombres de la historia argentina. Fue el impulsor de la educación obligatoria, laica y gratuita para toda la población (el Día del Maestro es en recuerdo de la fecha de su fallecimiento, 11 de Septiembre), motivo por lo cual más se lo recuerda. Ostentando los cargos de gobernador de San Juan y Presidente de la Nación creó más de 800 escuelas, entre otros el Liceo Naval y Colegio Militar, además de haber fundado diversas instituciones o iniciado diversas actividades desde su inquietud. Entre ellas la Quinta Agronómica de Mendoza, Boletín Oficial, Observatorio Astronómico de Córdoba, precursor de las comunicaciones, tendió más de 5000 kilómetros de cables para telégrafos, extendió las líneas férreas por más de 700 km, fundó el Diario El Zonda, más su actividad literaria, publicando “Facundo o Civilización y barbarie” entre sus más nombrados y polémicos.
Recorrió diversos cargos políticos desde su juventud. Senador Nacional por San Juan (provincia natal), Gobernador de su provincia, Presidente de la Nación, Diplomático, Ministro del Interior, Superintendente de Escuelas del Concejo Nacional de Educación, entre otros y Coronel del Ejército.
Permitida mi interrupción para honrar tamaña figura, vuelvo al tema central.
Por tal desconcierto, cuando Damian Hudson pretende encuadrar al Torrontés ampelográficamente, no encuentra referencia, ni en la bibliografía francesa ni en la criolla. Deduce que se trata de uvas “Torrontés de origen riojano”. Lo consigna de esa manera en los “Anales de la Sociedad Rural Argentina” (1866).
Mucho de lo vivido en nuestra historia forma parte de deducciones o creencias, que décadas o siglos después terminaron develando cuán equivocadas eran. Así nacía entonces el nombre de nuestro “bebé”. Por suposición, no por elección propia ni gusto especial. Papá y mamá, aún desconocidos. Esta cita histórica es la primera donde aparece el nombre Torrontés.
Existen tres diferentes tipos: Torrontés Riojano, Torrontés Sanjuanino y Torrontés Mendocino. De acuerdo a la región donde estaban implantados, en muchos casos por la procedencia de sus habitantes, se los nombró con sinonimias equivocadas. Así, al Torrontés Riojano en Mendoza se lo llamó “Moscato D’Asti”, “Malvasía” en San Juan; al Torrontés Sanjuanino en Mendoza “Moscatel Romano” ; y, en cambio, al Torrontés Mendocino en Rio Negro como “Chichera”, “Loca Blanca” o “Palet”.
La confusión reinó y complicó la definición de las identidades. ¡Cómo vamos a definir así los nombres de los padres! Ninguno se ponía de acuerdo.
Ayudó (o complicó, según quiera mirarse) que el Torrontés se cultivara en vastos sectores de nuestro país. Cercanos a la Cordillera de Los Andes (Oeste de Argentina), desde Salta (Noroeste) hasta Neuquén (Suroeste). Quien tuviera gran preponderancia en el relevamiento ampelográfico de nuestros viñedos, el Ing. Alberto Alcalde (década de 1980), establece diferencias entre sinónimos mal llamados, y particularmente respecto al Torrontés señala que no pudo descubrir similitud con ninguna variedad europea, ni así tampoco su origen.
Recién en el año 2003, un trabajo de la Universidad Nacional de Cuyo (Rodríguez, Agüero y otros) descubren que el Torrontés Riojano (el más importante entre los tres desde el punto de vista enológico y comercial) es la unión genética, en el tiempo y de manera natural, de Moscatel de Alejandría y Criolla grande.
Siglos pasaron para determinar cuáles fueron sus padres, pero lo logramos. ¡Cómo nos costó! Como todo en nuestra historia.
De lo que sí estamos seguros, ahora sí, es que el Torrontés Riojano es propio, nuestro hijo. Logramos saber quien se casó para concebir este hijo. Su lugar, donde mejor se aclimató, y donde se elaboran los mejores exponentes, es en Los Valles Calchaquíes (Salta), a 1750 metros de altura sobre el nivel del mar. Donde suma el 39 % del total de los viñedos de dicha región. De allí resalta, con colores sumamente pálidos, amarillos, parecerá casi plateado o verdoso, en nariz remitirá dulce (miel), pero cuando ingresa en boca exaltan todas las características de un vino seco, con notas florales (rosas, jazmines) y frutales (naranjas, duraznos).
En Argentina, la superficie implantada es de:
Torrontés Riojano 8300 hectáreas 71,67 %
Torrontés Sanjuanino 2578 hectáreas 22,26 %
Torrontés Mendocino 702 hectáreas 6,06 %
Las 11.580 hectáreas de los tres tipos de Torrontés representan el 5,11 % del total de la superficie de viñedos del país (226.615 ha). (DATOS I.N.V. 2008). El 90 % del vino se fracciona, se embotella, y la mayoría en origen, con la particularidad de que, actualmente, muchas bodegas de Mendoza buscan tenerlo dentro de su portafolio. Algunas compraron tierras e implantaron viñedos de Torrontés, y elaboran en bodegas de terceros. Otras, directamente buscan el vino de su preferencia y lo fraccionan para vender con marca propia.
Se exporta con éxito a granel o en botellas a diferentes países del mundo. Los principales países compradores: EEUU, Canadá y Reino Unido.
Como dato histórico, aunque fuera el comienzo y después navegara durante muchos años en el ostracismo y el olvido, el Torrontés (Torrontés Nacarí, Bodega Nacarí, La Rioja) fue premiado internacionalmente en el Concurso Blayais Bourgeois (Burdeos, Francia 1987) con el Trophee International de la Qualite-Grand Prix d’honneur. Admirable el actual reconocimiento internacional.
Si las rarezas le interesan, puede descubrir un verdadero Torrontés con envejecimiento prolongado, aún vivo, con características únicas: Etchart Torrontés 1992. La excepción hace a la regla.
Hoy, tantos años después, disfrutar un Torrontés Riojano fino y elegante es posible, en cualquier momento del año. No sólo en verano. Busque en lo posible la cosecha del año, cuanto más nuevo, mejor.
A temperatura de vinos blancos (entre 10 y 12 grados) como aperitivo o con empanadas salteñas (picantes), mariscos, pescados, comida tailandesa y también sushi.
Sólo algunos que no debe dejar de probar, que jamás olvidará. Entre ellos:
Domingo Molina 2010 (Bodega Domingo Hermanos, Salta)
José Luis Mounier 2009 (Bodega Finca Las Nubes, Salta)
Tukma Reserva 2009 (Bodega Tukma, Salta)
Tukma Gran Torrontés 2009 (Bodega Tukma, Salta)
Gran Linaje 2009 (Bodega Etchart, Salta)
Don Salvador Reserva 2008
Don David 2009 (Bodega El Esteco, Salta)
San Pedro de Yacochuya 2009 (Bodega Yacochuya, Salta)
Conózcalos. No lo van a defraudar. El Torrontés es nuestro, bien argentino.