Malbec: argentina por adopción

MALBEC: ARGENTINA POR ADOPCIÓN

Nuestro cepaje emblemático, cuestionado, amado y a veces olvidado, supone además de momentos placenteros, atractivas posibilidades de inversión e importantes fuentes de divisas. Empecemos por conocerlo…

Por: José Luis Belluscio Para Revista RSVP Julio 2005

Cuando los Argentinos, encontramos, inventamos, perfeccionamos o adoptamos algo como propio, hacemos casi lo imposible para destruirlo, sin darle casi la importancia que realmente posee aquí y en el mundo. Y digo “casi” porque creo que aún estamos a tiempo de corregir nuestros pecados…

Independientemente de los vaivenes comerciales, no podemos (¿o no sabemos?) explotar nuestras calidades en productos primarios o manufacturados. Prueba de ello son nuestros cereales, carnes, miel, vino y en particular nuestro Malbec.

Parece que tuviéramos  genética mente el don de crear (en este caso con valor agregado) y perdamos oportunidades estratégicas por falta de apoyo económico u organizativo del Estado, o simplemente por desidia, o acciones de nuestros empresarios rayanas  con la estafa (recordemos los años de ostracismo de nuestro comercio exterior por vender productos inexistentes o sin continuidad). No pretendo brindar aquí el modo de solucionar este tema (sería sencillo: solo con profesionalismo y seriedad), sino plantear que a nuestros vinos le sucede algo similar. Pero repasemos -o conozcamos- las características de esta verdadera joya de nuestra corona.

 

M A L B E C

Se lo considera el cepaje tinto emblemático argentinoo porque es porque en nuestro suelo resultó el lugar donde mejor se aclimató y produciendo magníficos frutos, que no logra en ninguna otra parte del planeta, lo cual no significa un detalle para agregarle valor de venta en el mercado. Esto se dio de modo natural, por supuesto con la ayuda de profesionales que lograron descubrir cual era la mejor manera de implantar, cual era el mejor lugar para su crecimiento, riego, cosecha y las distintas vinificaciones a la que puede someterse. No hagamos que pase desapercibido, puede sonar cursi, pero defendamos lo nuestro.

 

Haciendo historia:

El Malbec es una variedad proveniente del sudoeste de Francia, en Cahors, donde se lo elabora para vinos de corte. Son excepcionales los casos  donde lo encontramos como varietal. De acuerdo a la zona de Francia en la cual se cultive, recibe diferentes nombres: Cot, Auxerrois, Cahors, Malbeck.

A partir de 1850 (Siglo XIX) y con la llegada de los inmigrantes a nuestro país, comienza la era moderna de nuestra vitivinicultura.

Con idea de Domingo Faustino Sarmiento, se le encarga al Agrónomo francés        Miguel Pouget traer cepajes europeos finos e implantarlos en Mendoza. Trajo mas de cien variedades, entre ellas -desde luego- el Malbec y fundó para la enseñanza de la agricultura la Quinta Normal.

Luego nacería la Escuela Nacional de Vitivinicultura, formadora de los primeros enólogos y técnicos agrónomos, po entonces la industria del vino estaba diseñada solo para cubrir la demanda del mercado interno.

En Argentina la plantación de uvas para vinificar (Vitis Vinífera) y de Malbec en particular va desde los 22º a los 40º de Latitud Sur y comprende tres regiones distintas:

Noroeste: Salta, Catamarca y La Rioja

Cuyo: San Juan y Mendoza (con subregiones: Este, Centro, Valle de Uco y Sur)

Sur: Neuquén, Río Negro y actualmente Chubut.

Cuyo posee la mayor proporción de viñedos en el país, 90%.

Entre la década del 70 y del 80 (Siglo XX) perdimos gran parte de nuestro patrimonio, ya que se erradicaron viñedos de variedades finas por ser de bajas condiciones vegetativas, sanitarias y productivas, en esa época era mas importante la alta producción que la calidad enológica de los vinos.

Tomando como base el año 1990, la cantidad de hectáreas implantadas con Malbec era de 10.457, mientras que para 2000 eran 16.349 (+56,35%), y 20.252 (+93,67%) en 2003. Un gran salto si recordamos que en la década del  ’60         había 50.000 has. implantadas en gral.

Actualmente (según datos del INV) es la cepa con mayor extensión entre las variedades finas en nuestro país, por encima de la Bonarda, que hasta no hace muchos años ostentaba esa posición.

 

Adaptación a nuestro suelo:

Como ya vimos, la uva Malbec se aclimató a nuestra tierra con tal suceso que es posible cultivarla en Salta como en Río Negro, expresándose de manera distinta de acuerdo a cada terruño del cual provenga. Al consultar a  reputados especialistas en Malbec, sobre el porqué de esta formidable adaptación, sus palabras fueron coincidentes.

Para Walter Bressia (Bod. Bressia) (padre-Enólogo- e hijo-futuro inmediato ing. Agrónomo) “las condiciones de latitud similares a las de procedencia, dan por consecuencia horas de frío, heliofanía (N: período durante el cual el terreno recibe radiación solar directa) temperaturas que permiten el desarrollo de los distintos estadíos (brotación, floración, cuajado, envero) razones óptimas para su crecimiento. El mismo requiere de suelos aireados con buena nutrición, siendo ideales la Zona Alta del Río Mendoza-Luján de Cuyo-, Tupungato y Oeste de Maipú y principalmente por la amplitud térmica que poseen  dichas zonas.”

Bressia Sr. creó en 1993 el primer Malbec D.O.C (Denominación de Origen Controlada) de Argentina y el primer espumante varietal de Malbec (método Champenoise).

En nuestro país se afincaron muchos Franceses, atraídos -mas allá de una cuestión económica importante (el precio de las tierras en Europa es enorme) por la posibilidad de redescubrir un cepaje casi olvidado para ellos. Algunos cambiaron el Viejo Mundo por éste “Nuevo”, como Hervé Joayoux Fabré (Bod. Domaine Vistalba) que destaca como “mas importante la relación de amplitud térmica sobre la altitud (N: metros sobre el nivel del mar de los viñedos)” y explica “que resulta clara la diferencia a nuestro favor comparando vinos de Malbec Argentinos y Franceses, expresado por expertos profesionales de todas las nacionalidades”. Éste bordelés ha sido de los primeros en conseguir múltiples premios en renombrados Concursos Internacionales para un vino Premium, con su Grand Vin 1995.

Con que comer nuestro Malbec:

Con tal diversidad de tipos de Malbec (joven, rosado, de guarda, fortificado o espumante), resulta casi imposible no poder maridarlo y disfutarlocon alguna comida.

Los acuerdos muchas veces funcionan combinando productos que tengan la misma procedencia, por ejemplo: empanadas del Norte Argentino con un Malbec Salteño; chivito de Malargüe (Mendoza) con un buen Malbec de San Rafael (Mendoza) y así sucesivamente.

Resulta obvio, pero bueno es ponerlo en palabras, que para una comida “insignia” como lo es el asado de carne vacuna (ternera, vaquillona, novillito o novillo pesado) a la cruz o la parrilla, con carbón o madera, el mejor casamiento es el Malbec, en cualquiera de sus variantes y de acuerdo al bolsillo del  organizador, pues también los hay de todos los precios en la extensa franja que va  desde los $5.- hasta los $280.- la botella (siempre considerando la última cosecha enviada al mercado por la bodega)

A su vez, a la hora de experimentar, todo vale. Para cada uno de nosotros puede ser diferente, sólo se apuntan conceptos generales o básicos para orientar pues “lo que mas le guste será lo mejor”.

 

 

Pequeña muestra que nos servirá de guía:

Vinos complejos, enjundiosos, elegantes, seductores (y/o)

Grand Vin Fabre Montmayou, Finca Altamira Achaval Ferrer, Alto Alta Vista, Altos Las Hormigas Reserva, Kinien Ruca Malén, Angélica Zapata, Afincado Terrazas, Gran Reserva Dolium, Edición Limitada Enrique Foster, Carlos Basso, Piedra Negra Lurton, Gala I Luigi Bosca, Cadus Nieto Senetiner, A Crux O. Fournier, Viña Cobos, Lindaflor, Selección de Bodega Doña Paula, Palo Domingo, Yacochuya.

Excelentes expresiones varietales:

Numerado Bournett, Reserva Altocedro, Oak Reserva Cristóbal, Fabre Montmayou, El Galgo Carinae, Gran R.J. Joffre, Gran Cavas de Santos, Altos Las Hormigas, Pascual Toso Reserva.

 

Lo que viene:

Hace algunos meses, en su editorial de la página Web, Daniel López Roca planteaba que es impensable promocionar y dar identidad a nuestra cepa emblema tinta si ni siquiera tenemos presencia importante en los Concursos Internacionales de Vinos, como si la tienen nuestros competidores, países con menores hectáreas cultivadas, menores producciones en hectolitros, menores consumos per cápita, pero vaya paradoja, mayores ingresos en dólares por exportaciones, caso Chile. Así es imposible.

Por otro lado un reconocido flying winemaker me explicaba que no deberíamos orientar nuestras armas científicas y comerciales hacia el Malbec, sino que la cepa que definiría nuestros éxitos, con mas futuro y mejores condiciones sería el Cabernet Sauvignon. ¿Debemos replantear  toda nuestra estrategia? ¿O será solo para quitarnos del medio, a pesar de que sus vinos mas costosos -en donde tiene intereses- son elaborados con Malbec? Please, don’t hear!

Sería saludable que nuestros empresarios se unieran para competir en el extranjero iniciando acciones de marketing en conjunto, y no creer que nuestro vecino, de la misma región, es un enemigo; tarde o temprano este curso nos beneficiará a todos. ¿Será la hora de pedir (¿exigir?) mas apoyo de las instituciones gubernamentales, apoyándonos en nuestras embajadas u oficinas comerciales?  Nuestra historia dice que generalmente tuvimos arrests individuales; ya es hora de unirnos…